Las comparaciones son odiosas ¿verdad? Especialmente cuando a partir de los datos, se hacen lecturas e interpretaciones. Como por ejemplo las que llevan a decir que en España hay muy poco respeto por las leyes, o por los derechos de propiedad intelectual, o una cierta malicia congénita y abundante pillería, mayor que en los países vecinos. Ahí está el problema, en las múltiples interpretaciones, muchas veces tendenciosamente basadas en datos objetivos.
En eso, los datos son agnósticos, somos las personas que los recibimos los que debemos poner los sesos para sacar algo de provecho. Voy a ser tendencioso. He jugado un poco con los números presentados más arriba. Si yo les muestro esta otra comparativa, relacionada con el tema, ¿a que la lectura es distinta?
Bueno, no pueden saberlo aún, porque no digo ni a qué refiere, pero puedo anticipar que también está relacionada con tendencias en piratería digital. España ya no es el “peor” caso.
Veamos, para empezar, he tomado algunos datos más que permiten equiparar mejor manzanas con manzanas.
Supongamos que partimos de los datos de piratería de software y audiovisual digitales del estudio (descargas ilegales de películas y contenidos). La piratería física (top manta) vemos que se halla en una proporción mucho menor, la dejaremos a parte, porque no se ‘comete’ por Internet. Si repartimos los citados costes entre el número de usuarios de Internet de cada país, tendremos los costes promedio de la piratería atribuibles a cada usuario, (en promedio, recuerden). Tomando además el coste promedio de cada usuario en un año por los servicios de Internet, y viendo la proporción que guarda con el anterior coste, obtenemos un primer resultado interesante.
Digo que es interesante, porque equivale a medir (de forma algo aproximada) cuál es la proporción, en la mente del usuario de Internet, que dedica de sus costes de subscripción a internet a verse compensado con contenidos ilegales. Es decir, tendríamos que los usuarios gastan en Internet para una serie de contraprestaciones (la canasta de la compra), para el caso español, la parte correspondiente a películas, programas y otros contenidos ilegalmente gratuitos (la parte de piratería de la canasta), sería el 35% de dicho gasto.En eso, los datos son agnósticos, somos las personas que los recibimos los que debemos poner los sesos para sacar algo de provecho. Voy a ser tendencioso. He jugado un poco con los números presentados más arriba. Si yo les muestro esta otra comparativa, relacionada con el tema, ¿a que la lectura es distinta?
Bueno, no pueden saberlo aún, porque no digo ni a qué refiere, pero puedo anticipar que también está relacionada con tendencias en piratería digital. España ya no es el “peor” caso.
Veamos, para empezar, he tomado algunos datos más que permiten equiparar mejor manzanas con manzanas.
Supongamos que partimos de los datos de piratería de software y audiovisual digitales del estudio (descargas ilegales de películas y contenidos). La piratería física (top manta) vemos que se halla en una proporción mucho menor, la dejaremos a parte, porque no se ‘comete’ por Internet. Si repartimos los citados costes entre el número de usuarios de Internet de cada país, tendremos los costes promedio de la piratería atribuibles a cada usuario, (en promedio, recuerden). Tomando además el coste promedio de cada usuario en un año por los servicios de Internet, y viendo la proporción que guarda con el anterior coste, obtenemos un primer resultado interesante.
¿Es alto verdad? Pero vamos, cuántas veces no habré oído yo decir: «yo tengo Internet, porque así bajo películas para los críos; en el momento que no pueda, de qué voy a seguir pagando 60 euros al mes». Y es que el gasto en este tipo de servicios no es barato precisamente, la gente ha ido adquiriéndolos y la tasa de penetración ha crecido sin parar en los últimos años. Pero claro, el bolsillo es limitado y no todo crece en la misma proporción. Veamos el porcentaje de los ingresos brutos por habitante que se dedican (o se gastan) en promedio en los servicios de subscripción a Internet en un año. Lo que llamaremos el gasto relativo en Internet.
Los españoles son los que proporcionalmente más gastan, por sus rentas y por el coste promedio de dichos servicios en este país.
Pues bien, si relacionamos el gasto relativo de Internet de los usuarios, con la canasta de piratería, podemos establecer una nueva comparativa. Un factor multiplicador, que nos dice cuántas veces mayor es la canasta de piratería (recordemos, la relación entre el coste de piratería por cada usuario y el gasto en Internet) con respecto al gasto en Internet relativo a sus ingresos.
Así por ejemplo, si en Alemania el gasto relativo en Internet es del 2% y la canasta de piratería del 10%, podemos decir que el factor de aumento en relación al gasto es de 5.
Lo lógico sería creer que, cuánto mayor es el gasto relativo en Internet de los usuarios, mayor gasto relativo en piratería buscarían como compensación (factor multiplicador mayor), pero oh, sorpresa, cuando hacemos un ranking de este tipo, España no es el más malo de la película… Los alemanes siguen siendo unos benditos, en cualquier caso.
Como todo en esta vida, los datos pueden prestarse a decenas de interpretaciones alternativas. Pero hay que mirar las cosas desde muchos ángulos y no quedarse con la primera foto (especialmente si no la hacen ustedes).
La piratería es un delito, cierto es (así lo dice la ley). Y creo que todos somos conscientes de que si los autores dejan de percibir justa compensación por su obra, mal vamos. Pero el juego está trufado de matices.
Según el mismo estudio, se ha dejado de ganar en España 1.700 millones de euros por esta causa en 2009. Si el coste medio de subscripción a Internet fuera en España igual a la media europea, los usuarios también nos hubiéramos ahorrado más de 20.000 millones de euros en ese año (para gastar en muchas otras cosas, como contenidos de la red).
¿Se preguntan por qué las sociedades que velan por los derechos de autor están empezando a rascar en los operadores de telecomunicaciones?
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