¿Cuándo desaparecerá Tintin? Bueno, podríamos decir que ya feneció con su autor, Hergé, puesto que la franquicia del personaje se acabó con su traspaso, de manera que nuestro joven/viejo reportero no protagonizará ya más aventuras. Ahora la pregunta es si desaparecerá también su recuerdo, y cuándo lo hará. ¿Podría ser pronto?
El motivo de esta pregunta sale a raíz de la reivindicación que vienen realizando diversos grupos desde ya hace algunos años para que se retiren de los estantes de librerías y bibliotecas todos los volúmenes de algunos números de Tintin, en especial la aventura de Tintin en el Congo, por hacer un retrato desfasado, desorientador, e inexacto de ese país, mostrándolo bajo el prisma colonialista de la época, con todos los prejuicios e inexactitudes que, vueltos hacia el nuevo siglo, se hacen patentes. No sé cómo acabará el tema, pero como siempre, se me ocurren al menos dos puntos de vista comentables.
El primero de ellos, es que me daría una gran pena que eso ocurriera. A mí, Tintin me parece una lectura deliciosa, y no me gustaría que se privara a otra gente de disfrutarla. Además, al crear un precedente así, podemos estar seguros que cuando China sea un poco más aperturista y entren allí en masa los cómics de occidente, lo mismo ocurrirá con Tintin y el Loto Azul, mi preferido. Si pienso un poco en el tema, algo así me recordaría demasiado a los libros heréticos de la edad media o la quema de libros judaizantes durante la época del nazismo. ¿Por qué me da tanto repelús cuando pienso en estos proyectos de censura? En fin, ése es un tema muy profundo, el de la censura, quiero decir, y creo que forma parte de otra serie de preguntas distinta.
Vamos a ver, es evidente que Tintin es fruto de su época, como lo era el Capitán Trueno, que iba matando musulmanes, o la bruja de Hansel y Gretel, que tenía a los niños encerrados en su casa para hacer cosas raritas con ellos, uy, uy. Y es también evidente que todos ellos son, en una medida u otra, políticamente incorrectos, y algunos de los valores que pueden destilar no están sincronizados con las sensibilidades de nuestros días, pero, ¿es que seguimos pretendiendo reescribir la historia? ¿Debemos quitar de nuestras estanterías las novelas de Julio Verne por no ajustarse al progreso científico? ¿Debemos quemar los libros de Platón por antidemocráticos? Pero el caso es diferente, dirán algunos, porque Tintin va dirigido a los niños. Ahí sí que veo prejuicios de nuestro tiempo, en creer que un cómic, por serlo, va dirigido a los niños. Pero concedamos que ése es el caso. ¿Lo arreglaríamos poniendo en la cubierta “Sólo para Adultos”? Creo que sería el típico caso de hecha la ley, hecha la trampa.
El segundo punto de vista, surge a raíz de esta misma noticia, que aunque parezca anecdótica tiene un trasfondo inquietante, y trata del papel iniciático de los cuentos y las historias que contamos a los niños.
Los cuentos solían tener una importante función culturizante, mostrando a los niños una serie de valores, arquetipos e ideas que debían enseñarles algunas cosas de la sociedad en que vivían. Bajo ese criterio, sí que deberíamos evitar mostrarles con frivolidad que los demás países no están sólo para complacer y como complemento a los de los blancos. Pero ya puestos, ¿debemos eliminar el sexismo de los cuentos? ¿O los finales eternamente felices? ¿O las fantasías irracionales? Sin duda que aquí se podría empezar un debate grandioso, aunque yo les digo, que no vale la pena. A fin de cuentas, aquellos tiempos en los que los niños se formaban a través de los cuentos quedaron atrás. Ahora las historias no llegan de boca de los padres y abuelos, sino de la televisión, los tebeos, los videojuegos, la Internet, los contenidos de los móviles, y para eso hay pocos controles parentales que valgan. Es tan inevitable como que los chinos se acaben enterando de lo que pasa en “Tintin y el Loto Azul”.
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