Cuando la tecnología nos sorprende, algo se sacude en nuestro interior. No hablo de una sorpresa intelectual, al fin y al cabo, la especulación científica y la ciencia ficción nos permiten imaginar futuros posibles, sino de algo más primario, más animal. Es como si en nuestra mente hubiera ciertos atavismos que van allá de nuestra cultura presente.
Esto es lo que me ocurrió a mí con el perro descabezado.
Hace algún tiempo quedé verdaderamente admirado al ver un video del producto de una empresa estadounidense llamada Boston Dynamics (http://www.bostondynamics.com/). Expertos en robótica y biomecánica que están creando prototipos de robots que pueden desplazarse por distintos terrenos con cargas útiles. Olvídense del humanoide que saluda con la mano, o incluso del que toca el violín. El efecto fue pasmoso, ante mí, tenía un perro sin cabeza, con unos angustiosos movimientos orgánicos (más angustiosos aún, si añadimos el audio del las imágenes). Sin poder evitarlo, dudaba de si se trataba de un engaño, de alguna composición de imágenes, y buscaba la cabeza del pobre animal por todas partes.
Es curioso cuando un movimiento tan orgánico, cuando no va asociado al ser vivo que estamos acostumbrados, nos crea esa paradoja interior. Francamente, no sé porqué algo así no ha tenido mucha más resonancia dado que sin duda afectará en algo nuestro inconsciente colectivo. Aquí les dejo el video para que lo disfruten, por si sienten la misma sorpresa.
También les dejo un video humorístico, con el que estuve riendo un buen rato. No les cuento más, descúbranlo ustedes. Baste con decir que el humor nos ayuda a asimilar culturalmente los choques conceptuales que nuestra sociedad encuentra, prueba de lo que venía afirmando antes del perro descabezado.
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