Imagen: Salvatore Vuono / FreeDigitalPhotos.net
He estado documentándome y reflexionando sobre el fenómeno, para intentar ponerle remedio. Pero no he encontrado aún explicación satisfactoria. Estoy barajando algunas hipótesis, a saber:
- La percepción del paso del tiempo se acelera a medida que frenamos nuestro aprendizaje: todas esas eternidades de espera cuando eres un crío (minutos en realidad) sólo lo parecen porque nuestras cabecitas de infante están ávidas de estímulos a cada momento
- La falta de una actitud zen, nos provoca alienación, vivir un momento presente robado por nuestros quebraderos de cabeza, falta de atención y mente indisciplinada que vagabundea de aquí para allá, sobre veinte temas a la vez
- Nuestras vidas se vuelven más y más rutinarias, haciendo siempre lo mismo, de la misma manera, sin capacidad de sorpresa ni anticipación
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