Teoría del caos o espionaje industrial. No sé cuál será la causa, pero lo cierto es que vengo observando desde hace años numerosos casos de producciones artísticas (llamémosle así), aparentemente casi iguales, que suceden de manera simultánea. Yo creo que algunos de ellos son fruto de un fenómeno esotérico que yo llamo concurrencia creativa.
Quizás los casos más llamativos, son los de las películas. ¿Acaso no recuerdan el lanzamiento prácticamente el mismo año de dos filmes sobre magos ilusionistas? ¿O dos películas de animación protagonizadas por un pez? ¿O por una hormiga? Con los libros ocurre otro tanto. Quizás podrán recordarme algunos ejemplos más, estaría bien tener una lista.
Ya sé que dirán, que estos ejemplos son casos flagrantes de estudios que se espían y copian ideas, o de editores que después de haber visto el éxito de un libro, intentan explotar el filón, como ocurre en la actualidad con las novelas de suspense que transcurren en los paises nórdicos. Pero hay muchos más ejemplos (1), e incluso yo mismo lo experimenté. Hace años, escribí un cuento corto sobre una empresa que clonaba seres humanos para ofrecer “copias de seguridad” a la gente, en caso de muerte súbita o de accidente. Al poco tiempo, salía una película (The 6th Day, Dir. Roger Spottiswoode, 2000 Columbia Pictures) que me dejó un raro sabor de boca. No me sorprendió demasiado, puesto que tiempo atrás me había sucedido algo similar, con otro relato sobre un personaje que durante una sórdida vida de curiosas experiencias, desarrollaba un dominio sobre las fuerzas eléctricas, cuando vi pocos meses después un personaje en las pantallas con un curioso parecido (Powder, Dir. Victor Salva, 1995 Hollywood Pictures). Es evidente que nadie me copió, puesto que mis cuentos no fueron publicados, y yo sé que no me inspiré en ellos, porque de ellos nada sabía hasta entonces.
En casos como éstos, podemos dar otra explicación, como que culturalmente estamos todos muy ligados, y eso puede desencadenar procesos y corrientes de ideas similares en mucha gente de varias partes del mundo según lo que suscita el mayor interés público del momento. Es plausible. A fin de cuentas, eso explicaría también casos como los de algunos científicos o intelectuales que han dado casi simultáneamente con las mismas tesis o las mismas soluciones a problemas, sin haber tenido contacto mutuo durante el proceso. Más raro hubiera sido que la teoría de la gravedad y la de la relatividad hubieran sido formuladas en el mismo año.
Pero hay otra conjetura, que es la del inconsciente (¿colectivo? No sé yo) por la cual, en una fase creativa, enlazamos con un mundo de símbolos e ideas, que compartimos, y con el que nos comunicamos. Algunos autores afirman seguir su dictado a la hora de ejecutar su obra. Y, al igual que recibimos de él inspiración y contenido, también puede llegar a él el fruto de nuestras obras. Es un foro creativo-esotérico. ¡De manera que, si tienen una muy buena idea, piensen muy poquito en ella, no sea que coja resonancia en el foro y alguien se la apropie antes que usted en un acto de concurrencia creativa!
Lo divertido del caso es que si llegara a probarse tal cosa, ¿no deberíamos abolir la propiedad intelectual? ¿no deberían considerarse las ideas por descubrir, un patrimonio común humano, y los creadores, ser tratados como simples trabajadores de una extracción minera? Eso a menos que los yacimientos de ideas se pudieran ubicar geográficamente, puesto que entonces ocurriría como con el petróleo.
Nota (1): Por cierto, aunque no se pueda encasillar estrictamente como otro ejemplo más, fíjense en el caso Harry Potter. Su autora, afirma comenzar su obra por allá 1990 (aunque el primer libro no fue terminado hasta 1995). ¿Sabían que, curiosamente, fue el año en que comenzaron su publicación The Books of Magic, série de comic books sobre un adolescente con gafas, Timothy Hunter (hasta los nombres se parecen), algo retraído, destinado a ser uno de los mayores magos de la humanidad…? El éxito de uno no debería velar la originalidad del otro.
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