Ahora, y especialmente con aquellos negocios de contenidos fácilmente distribuibles sin necesidad de un soporte específico (porque no es necesario, o porque el usuario ya dispone de él), el poder de comunicación del internet se expande más allá de esos modelos de negocio iniciales, y permite la destrucción/creación de paradigmas viejos y nuevos. Los cambios de los que hablo, no sólo se refieren a cómo se produce, se publicita y se vende, sino también a como se financia.
Uno de los casos que en estos momentos me provoca mayor curiosidad es el de esas empresas que permiten el mecenaje de artistas, a cambio de una participación en sus futuros beneficios. La idea del negocio es novedosa y a la vez potente: las audiencias, el público, son cada vez más reducidos y fragmentados para los nuevos artistas, por lo que financiar algún proyecto se convierte en algo tremendamente incierto y en consecuencia arriesgado. ¿Solución? Sometamos la viavilidad del proyecto a la propia audiencia (a los propios clientes, a fin de cuentas).
De este modo, los internautas pueden, por ejemplo, apoyar a ciertos artistas tras escuchar sus maquetas, o ver sus cuadros, y adquieren un porcentaje de los derechos de explotación, caso de que se llegue a una mínima cantidad de fondos. Caso de que eso ocurra, se supone, la audiencia ya está allí. El círculo se cierra.
No sé cómo evolucionarán estos negocios, ni voy a analizar sus pormenores, pero a mi sugieren ideas extrañas y algo subversivas. Piensen en ello, es divertido.
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