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20 junio, 2012

Comparaciones Odiosas XXIII – Dinero-tiempo (3)

Anteriormente, observábamos el desequilibrio entre la riqueza productiva en el mundo, expresada a través del crecimiento del PIB, y la cantidad de dinero-tiempo que la financia. Vimos luego que no parece posible que siga habiendo un orden normal en que se produzcan unos frutos de este crecimiento que remuneren debidamente a los vendedores de este dinero-tiempo.

A todas luces, parece haber un exceso de oferta de dinero-tiempo. Pero de dónde surge éste, es algo que intentaremos tratar a continuación.

Si vemos creación de nuevo dinero-tiempo como fruto del ahorro o la acumulación de ganancias en las actividades productivas previas, podemos analizar, por ejemplo, el ratio año en año de dinero-tiempo existente sobre el PIB acumulado de los diez años anteriores. Si el dinero-tiempo provee del ahorro, sería razonable que éste se exprese como un cierto porcentaje del PIB pasado, como se ve en la figura 1.

Es difícil conocer cuán ahorrativos somos, aún así se observa que dado el caso, habría un fuerte incremento de este ratio a partir de finales de los años 90, de modo que como no nos hemos vuelto unos ahorradores compulsivos a nivel mundial, el incremento ha de deberse a otros factores.

Fig 4. Evolución de la proporción de dinero-tiempo con respecto al PIB acumulado de los 10 años anteriores.


Sin duda que las políticas monetaristas y el mecanismo fraccionario del crédito tienen buena parte de la explicación. En cuyo caso, su efecto en el PIB se verá compensado en parte a través de la posible inflación creada. La cuestión es que el dinero-tiempo ha crecido en gran manera, sin aparentemente alterar sustancialmente el ritmo de crecimiento del PIB global. ¿Puede haber más causas a ese aumento?

Lo hay, y es el precio del mismo dinero-tiempo.

Al fin y al cabo, no es lo mismo un mercado de 10.000 euros de tomates, formado por 100 tomates a 100 euros la unidad, que por 10.000 tomates a un euro. En este caso, el precio y cantidad se confunden. O lo que es lo mismo, si valorásemos los tomates en tomates (dos tomates, a un precio de cinco tomates cada uno, serían un total de diez tomates, un disparate). Pero el dinero-tiempo tiene su precio en dinero, y éste se rige por la oferta y demanda, independientemente del que las empresas o usuarios los estén usando de forma efectiva.

De modo que, habría que conocer la cantidad real de capital que entró en las empresas, el principal de los créditos, etcétera, para ver su peso efectivo sobre la economía.

Y eso nos lleva a la última pregunta de si había sobreoferta de dinero-tiempo. A juzgar por su cantidad y su efecto sobre la economía parecería indicarlo así. (Suponer lo contrario, indicaría que cada vez somos menos productivos para una misma cantidad de financiación, o que toda ella va únicamente dirigida al gasto).

Pero dándose el caso, ¿no debería su precio caer en la justa proporción? ¿No ocurre eso con una mercancía que aparentemente está sobredimensionada en relación a la demanda?

Así debería ser, si su producción tuviera un coste sensible y el mercado fuera fluido, pero no nos llevemos a engaño, producir dinero-tiempo no supone tal coste; el coste está en todo caso en los que lo compran y deben asumir perentoriamente los compromisos de pago una vez contraídos.

El dinero-tiempo es la burbuja por excelencia. Rebentar esa burbuja es simplemente aceptar que todos somos más pobres de lo que nos gustaría ser.

2 matices:

Anónimo dijo...

Y el efecto de la inflacion y el apalancamiento financiero?

Iván Cosos J.N.S.P.S. dijo...

Gracias por tu comentario.
Anteriormente mencioné que los datos estaban corregidos respecto del efecto de la inflación. En cuanto al apalancamiento, aquí trato indistintamente capital y deuda, sin ningún orden de senioridad, como fuentes de financiación. Ya sé que técnicamente es una heregía, pero ayuda a mostrar que sea cual sea la fuente, toda financiación exige un retorno, y este retorno, de forma agregada, parece cada vez más difícil. Muy posiblemente hay inexactitud en ciertos datos, pero los órdenes de magnitud son suficientes para mostrar la disparidad.

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Fototrampas por Iván Cosos J.N.S.P.S. está registrado bajo una Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 3.0 Unported License.