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20 diciembre, 2010

Comparaciones Odiosas XIII – Ora et labora (2)

Reza y trabaja. En una entrada anterior creo que probé que trabajamos por un dinero, por tener unos medios para vivir, para sobrevivir, o para malvivir, según las circunstancias. Y de cómo ese medio, por la necesidad, se convierte en un fin mismo.

Por la clara necesidad de tener que trabajar y ser productivos para progresar, nuestra sociedad ha tenido que construirse alrededor de unos valores como la cultura del esfuerzo, la meritocracia, y la importancia de servir para algo útil para los demás, hasta el punto de que, si no se cumple ese precepto, el individuo puede llegar a carecer de autoestima y de sentido existencial. Hasta cierto punto ninguna queja, porque al fin y al cabo debemos educarnos en un mundo de ideas que no nos hagan más difícil nuestro discurrir por la vida.

    Imagen: renjith krishnan / FreeDigitalPhotos.net

Pero la trampa está en tomar esas ideas como afirmaciones absolutas. Eso nos lleva a una forma de pensar unidimensional, que también dificulta en cierto punto nuestras vidas y eventualmente, puede frenar un ocasional progreso. Para rebatir el absolutismo en que se apoya el ‘ora et labora’ voy a exponer lo que a todas luces son unas falacias subyacentes a este castillo de ideas. Relájense y abran sus mentes, porque aunque estos argumentos quizás no aplican todavía, hipotéticamente en un futuro podrían tener vigencia (del mismo modo que, si lo que hoy en día es una verdad, pero en el futuro podría dejar de serlo, ¿es verdad absoluta?):

a)    Para vivir hay que esforzarse:
La vida es lucha, sino fíjense en la cadena trófica. Nosotros, como los animales, hemos competido y luchado por un alimento escaso. Adaptándonos mejor al entorno hemos evolucionado, y nos hemos hecho algo más inteligentes. Pero de entre todas nuestras culturas, una ha desarrollado la hegemonía: aquella que predica que la competición debe seguir, que la lucha nunca acaba, y que jamás estaremos saciados. Si en algún remoto lugar, tribus vivían en paz y armonía en un dulce ocio, con un clima benigno y una población controlada, dándole alguna patada de vez en cuando a un cocotero o pescando algún pez, pronto nos encargamos de arrollarlos e imponerles el modelo hegemónico. Sobre eso hemos construido todo lo demás. Esa idea única nos hace difícil concebir otros escenarios, pero, imaginen que el alimento no escaseara, la energía fuera prácticamente inagotable, las enfermedades erradicadas y las manufacturas y los servicios fueran llevados a cabo por máquinas. Una utopía, exacto, eso dicen nuestras mentes condicionadas, y pronto saltan los prejuicios que tan ilustres pensadores y escritores plasmaron en sus obras sobre sus consecuencias: la indolencia, la desesperación, un mundo decadente sin objetivo. Je, esto lo dicen los que no tuvieron suficiente imaginación. No lo llamen utopía (del griego no-sitio, o lugar que no existe), si desde el siglo V a.C. la humanidad hubiera únicamente dedicado sus energías a ello, hoy en día habríamos sobrepasado ese límite. Llámenlo futurtopía (o altertopía, si hablamos de alternativas de futuro).

b)    El ser humano necesita el trabajo para realizarse:
Recordemos del post anterior, que nadie nos impide realizar las mismas actividades aunque sea sin retribución a cambio. Eso es como decir, si el hombre no está obligado a ello, se convertiría en un ser indisciplinado, vicioso e inánime. Lo que ocurre es que cuesta imaginar qué hacer con tanto tiempo “libre”. Otra vez falta de imaginación y un gran condicionamiento. Pues yo sugiero emplearlo en ‘vivir’ en lugar de ‘sobrevivir’. No entraré en los detalles. Sólo mencionar que conozco a unos cuantos indisciplinados, a otros viciosos y algunos inánimes, pero que trabajan como locos.

c)    Hay que trabajar para crear progreso:
¿No hay progreso sin un modelo productivo? Eso aún está por ver. Además, con todo el progreso conseguido en base a él, hoy en día todavía hay pueblos enteros de personas en terrible precariedad. Es más, ¿qué progreso? ¿quién dirige ese progreso hoy en día? ¿Son los libres mercados, esos entes tan sabios que nos llevarán a un futuro brillante? ¿Va a saber la ley de oferta y demanda mejor que nadie cuáles serán las necesidades del ser humano en los próximos 50, 100 años? ¿O lo son las legislaturas de 4 años de gobiernos democráticos? Progreso, ¿para llegar a dónde? Si ponemos nuestras vidas al servicio de un futuro mejor, ¿para qué? Para favorecer a los futuros individuos. Pero, ¿de qué sirve si sacrificamos los presentes? ¿Qué tienen de distinto?, ¿lo marca el imperativo biológico? (de facilitar el progreso a nuestra descendencia). Dense cuenta que estoy entrando en clara contradicción con mi futurtopía del primer punto. Pero este post no es una pregunta con respuesta.

Pues ya está. Dicho queda. Piensen un poquito en ello; pero sólo un poquito, que hay que trabajar.

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Fototrampas por Iván Cosos J.N.S.P.S. está registrado bajo una Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 3.0 Unported License.