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A veces me siento como ese fantástico Dr. Kellogg (sí, sí, el de los cereales) que Anthony Hopkins interpretaba en “El Sanatorio de Battle Creek”, usando extraños aparatos y gritando: «¡Haced ejercicio! ¡La carne es putrefactaaaa! ¡Cuidad vuestras heces!» y cosas por el estilo. ¿No la han visto? Hilarante. No es que sea vegetariano, pero cuido lo que como, y estoy muy atento cuando voy al baño.
Por ello fue que pronto me di cuenta como un numeroso grupo de féminas de mi entorno sufrían de un pesado y humillante estreñimiento. Lo de humillante lo digo porque parece embarazoso hablar de él. Resulta que es un mal extendido, supongo que puede tener causas hormonales, y que algo de la dieta afectará.
Pero he aquí que he encontrado un efecto muy curioso: que haciendo deporte, como gimnasia abdominal, o para aquellos de ustedes que es mucho esfuerzo, simplemente saliendo a correr, el efecto es revelador. A la mañana siguiente los viajes al baño son casi obligados. Prueben, ya me dirán sino. No, si al final el Dr. Kellogg tendría algo de razón.