Reza y trabaja. En una entrada
anterior creo que probé que trabajamos por un dinero, por tener unos medios para vivir, para sobrevivir, o para malvivir, según las circunstancias. Y de cómo ese medio, por la necesidad, se convierte en un fin mismo.
Por la clara necesidad de tener que trabajar y ser productivos para progresar, nuestra sociedad ha tenido que construirse alrededor de unos valores como la cultura del esfuerzo, la meritocracia, y la importancia de servir para algo útil para los demás, hasta el punto de que, si no se cumple ese precepto, el individuo puede llegar a carecer de autoestima y de sentido existencial. Hasta cierto punto ninguna queja, porque al fin y al cabo debemos educarnos en un mundo de ideas que no nos hagan más difícil nuestro discurrir por la vida.